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viernes, 7 de noviembre de 2014

ORACIÓN POR UN ENFERMO


ORACIÓN POR UN ENFERMO

“Oh Dios mío, este enfermo que está aquí delante de Ti,
ha venido a pedirte lo que él desea y piensa
que es lo más importante para él.

Tú, oh Dios, haz que entren en su corazón estas palabras:
“¡Es más importante la salud del alma!”
Señor, ¡Hágase sobre él Tu Santa Voluntad en todo!
Si Tú quieres que sane, que se le dé la salud.

Pero si Tu voluntad es diversa, que continúe llevando su cruz.
Te rogamos también por nosotros que oramos por él;
purifica nuestros corazones para que seamos dignos de donar,
a través de nosotros mismos, Tu Santa Misericordia.

Protégelo y alivia sus penas, hágase en él Tu Santa Voluntad.
Que Tu Santo Nombre sea revelado a través de él,
ayúdalo a llevar con amor su cruz. Amén.”

lunes, 23 de diciembre de 2013

ORACIÓN PARA ALCANZAR BUENA MUERTE


Oración para alcanzar buena muerte

¡Jesús, Señor, Dios de bondad, Padre de misericordia! Yo me presento ante Vos con un corazón contrito, humillado y confuso, y os encomiendo mi última hora y lo que después de ella me espera.
Cuando mis pies, perdiendo su movimiento, me adviertan que mi carrera en este mundo está próxima a su fin,

R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis manos, trémulas y torpes, ya no puedan sostener el Crucifijo, y a pesar mío lo deje caer sobre el lecho de mi dolor,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis ojos, vidriados y contorcidos por el horror de la inminente muerte, fijaren en Vos sus miradas lánguidas y moribundas,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis labios, fríos y convulsos, pronunciaren por última vez vuestro adorable nombre,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi cara, pálida y amoratada, cause lástima y terror a los circunstantes, y mis cabellos bañados del sudor de la muerte, erizándose en mi cabeza, anunciaren que está cercano mi fin,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis oídos, próximos a cerrarse para siempre a las conversaciones de los hombres, se abrieren para oír la sentencia irrevocable que fijará mi suerte por toda la eternidad,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi imaginación, agitada por horrendos fantasmas, quede sumergida en mortales congojas, y mi espíritu, perturbado con el temor de vuestra justicia al acordarse de mis iniquidades, luchare contra el infernal enemigo, que quisiera quitarme la esperanza en vuestras misericordias y precipitarme en los horrores de la desesperación,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi corazón, débil y oprimido por el dolor de la enfermedad, estuviere sobrecogido por el temor de la muerte, fatigado y rendido por los esfuerzos que habrá hecho contra los enemigos de mi salvación,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando derramare mis últimas lágrimas, síntomas de mi destrucción, recibidlas, Señor, como un sacrificio de expiación; a fin de que yo muera como víctima de penitencia, y en aquel momento terrible,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis parientes y amigos, juntos alrededor de mí, se estremezcan al ver mi situación y os invoquen por mí,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando, perdido el uso de los sentidos, el mundo todo desapareciere de mi vista, y yo gima entre las angustias de la última agonía y los afanes de la muerte,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando los últimos suspiros del corazón empujen mi alma a que salga del cuerpo, aceptadlos, Señor, como hijos de una santa impaciencia de ir hacia Vos, y entonces,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi alma salga para siempre de este mundo y deje mi cuerpo pálido, frío y sin vida, aceptad la destrucción de él como un homenaje que rendiré a vuestra Divina Majestad, y en aquella hora,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
En fin, cuando mi alma comparezca ante Vos y vea por primera vez el esplendor de vuestra Majestad, no la arrojéis de vuestra presencia; dignaos recibirme en el seno de vuestra misericordia, para que cante eternamente vuestras alabanzas,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
¡Oh Dios, que, habiéndonos condenado a muerte, nos habéis ocultado el momento y la hora de la misma!; haced que viviendo yo justa y santamente, pueda merecer salir de este mundo en vuestra gracia y santo amor. Por los méritos de nuestro Señor Jesucristo, que junto con el Espíritu Santo vive y reina con Vos. Así sea.
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, expire en paz con Vos el alma mía.

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