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martes, 9 de mayo de 2017

ORACIÓN A SANTA LUISA DE MARILLAC


Oración a Santa Luisa de Marillac

¡Oh gloriosa Santa Luisa de Marillac!
esposa fiel, madre modelo,
formadora de catequistas, maestras y enfermeras.
Ven en nuestra ayuda y alcanza del Señor:
socorro a los Pobres,
alivio a los enfermos,
protección a los desamparados,
caridad a los ricos, conversión a los pecadores,
vitalidad a nuestra Iglesia
y paz a nuestro pueblo.
Cuida nuestro hogar
y cuanto hay en él.

Que sea un camino recto
que nos conduzca a nuestra casa del cielo,
y que tu bendición descienda todos los días
sobre cada uno de los que en el vivimos.

Bendito seas, buen Dios,
porque sembraste el amor en Santa Luisa
para ejemplo nuestro
e imitación de Jesús,
Camino, Verdad y Vida.

Amen

SANTA LUISA DE MARILLAC, 9 DE MAYO


SANTA LUISA DE MARILLAC
Fundadora de las Hijas de la Caridad
9 de mayo



A los 34 años falleció su esposo, y decidió entonces consagrar su vida al servicio de Dios. Esta santa mujer tuvo la dicha inmensa de tener como directores espirituales a dos santos muy famosos y extraordinariamente guías de almas: San Francisco de Sales y San Vicente de Paúl. Con San Francisco de Sales tuvo frecuentes conversaciones espirituales en París en 1618 (tres años antes de la muerte del santo) y con San Vicente de Paúl trabajó por treinta años, siendo su más fiel y perfecta discípula y servidora. San Vicente de Paúl había fundado grupos de mujeres que se dedicaban a ayudar a los pobres, atender a los enfermos e instruir a los ignorantes. Estos grupos de caridad existían en los numerosos sitios en donde San Vicente había predicado misiones, pero sucedía que cuando el santo se alejaba los grupos disminuían su fervor y su entusiasmo haciéndose necesario la presencia de alguien que los coordinase y animase permanentemente.

Dicha persona providencial fue Santa Luisa de Marillac, quien personalmente se ofreció para coordinar y dirigir a los grupos de caridad. La santa recorrió el país visitando las asociaciones de caridad, llevándoles gran cantidad de ropas y medicinas para entregar a los más necesitados.

En 1633, el 25 de marzo, las primeras cuatro jóvenes hacen votos de pobreza, castidad y obediencia, bajo la dirección de Santa Luisa, naciendo así la más grande comunidad femenina que existe, las Hermanas Vicentinas, Hijas de la Caridad. La santa además escribió muchos textos y libros en los cuales recopiló las enseñanzas de San Vicente de Paul y reflexiones personales, constituyendo una extraordinaria riqueza para la vida espiritual de sus religiosas y de todas las personas en general.

Falleció el 15 de Marzo de 1660, después de sufrir una dolorosa enfermedad y dejando fundada y muy extendida la más grande comunidad de religiosas. Las 33,000 religiosas vicentinas o hijas de la Caridad tienen más de 3,300 casas en el mundo. En la casa donde está sepultada su fundadora, en París, sucedieron las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa a la vicentina Santa Catalina Labouré. Las religiosas fundadas por Santa Luisa se dedican exclusivamente a obras de caridad. El Papa Pío XI declaró santa a Luisa de Merillac en 1934, y el Sumo Pontífice Juan XXIII la declaró Patrona de los Asistentes Sociales.

martes, 15 de marzo de 2016

SANTA LUISA DE MARILLAC, PATRONA DE LA ASISTENCIA SOCIAL, 15 DE MARZO


Hoy 15 de marzo se celebra a Santa Luisa de Marillac
Por María Ximena Rondón


 (ACI).- Santa Luisa de Marillac fue una mujer decidida y valiente; inteligente y perseverante, viuda, madre y co-fundadora junto a San Vicente de Paul de las Hijas de la Caridad. Destacó por su entrega incondicional hacia los demás y un espíritu impetuoso que le impulsó a cumplir la misión que Dios le había encomendado aún en medio de la enfermedad.

Luisa de Marillac nació en París (Francia) en 1591. Fue hija natural de Luis de Marillac, señor de Ferrieres-in-Brie y de Villiers Adam, y de una joven desconocida. Hasta los 13 años fue educada como una niña noble en el Monasterio Real de Saint Louis en Poissy. Entre las religiosas se encontraba una tía suya quien le enseñó a leer, escribir, pintar y le brindó una sólida formación humanística.

Cuando murieron sus padres y su tía, Luisa entró bajo la tutela de su tío Miguel. Debido a la precaria situación económica de su familia la joven experimentó en carne propia las carencias materiales y aprendió los quehaceres del hogar. Su condición social de “señorita pobre” produjo en Luisa un complejo de inferioridad, que arrastraría durante unos años.

Durante su juventud frecuentó el convento de las hermanas capuchinas en Fauborg y sintió inclinación hacia la vida religiosa. Sin embargo, su director espiritual negó su entrada al convento porque la salud de Luisa era frágil. La convenció  de que optara por el matrimonio diciéndole que “Dios tenía otros planes para ella”.



En 1613, Luisa de Marillac se casó con Antonio Le Gras con quien tuvo un hijo. Antonio cayó gravemente enfermo.

En 1616 conoció a San Vicente de Paul, quien se convirtió en su confesor, aunque al inicio no quiso. San Vicente en aquel tiempo estaba organizando sus "Conferencias de Caridad", con el objetivo de mejorar la situación de miseria en el campo y  para ello necesitaba alguien que infundiera respeto y que tuviera empatía y la capacidad de ganarse los corazones de la gente.

Conforme San Vicente fue conociendo más profundamente a Luisa se dio cuenta que ella era la persona que buscaba para dirigir su obra. Cuando su esposo murió, ella comprendió que Dios le hacía un llamado grande y especial.

En 1629, fue enviada para visitar "La Caridad" de Montmirail y durante ese tiempo realizó otras visitas misioneras. Madame Le Gras realizó estos viajes sin importarle los sacrificios que debía hacer ni su salud.

Cuando San Vicente le pidió formar un centro de entrenamiento para jóvenes. Luisa puso a su disposición la casa que había alquilado para residir luego de la muerte de su esposo. Allí acogió a cuatro candidatas que fueron instruidas por ella para el servicio de los pobres y enfermos. En 1634, redactó la regla de vida que deberían seguir los miembros de la asociación. Cuando San Vicente obtuve el permiso del Vaticano para formar una congregación, este documento se convirtió en el estatuto de las “Hermanas de la Caridad”.

Durante el desarrollo todos los proyectos, la santa llevaba más carga que los demás y se preocupaba en ser un testimonio vivo de la preocupación de Cristo por los enfermos y marginados. En Angers se hizo cargo de un hospital terriblemente descuidado y en París cuidó a los afectados por la epidemia. También socorrió a las víctimas de la “Guerra de los 30 años” y se ocupó de los afectados por la violencia que se vivía en París. Pese a su delicada salud, siempre estuvo presta al servicio y emanaba entusiasmo y alegría.

El monasterio de Las Hermanas de la Caridad era la casa de los pobres, los hospitales y las calles. Luisa y Vicente enviaban a los religiosos y religiosas fuera del claustro- lugar donde muchas congregaciones se recluían- para animar y socorrer a los necesitados. Recorrían aldeas y ciudades con este fin.

En sus últimos años de vida debió reposar porque su enfermedad le impidió movilizarse. Sin embargo, su alma estaba en paz y sintió que el trabajo de su vida había sido maravillosamente bendecido. Nunca se quejó y decía que estaba feliz de poder ofrecer este último sacrificio a Dios.

Antes de partir dejó este mensaje a sus hermanas espirituales: "Sed empeñosas en el servicio de los pobres... amad a los pobres, honradlos, hijas mías, y honraréis al mismo Cristo". Santa Luisa de Marillac murió el 15 de marzo de 1660; y San Vicente la siguió al cielo seis meses después.

Fue canonizada en 1934 por el Papa Pio XI. En 1960 el Papa San Juan XXIII la nombró patrona de los asistentes sociales.
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